EL
PERRO Y EL CONEJO
Había una vez un perro
llamado Toni que era tan pero tan maldadoso que todo lo que veía a su paso lo
destruía. Cierto día su amo el cazador decidió ir al bosque en busca de
animales pero para sorpresa de Toni allí vivía un pequeño conejo que era muy
astuto en sus cosas a la hora de realizarlas.
Después de dos horas el perro
Toni descubrió la casa del conejo y
quiso ir a destruirla y de paso corretearlo, pero él no contaba con este le
daría una lección para toda su vida.
Toni el perro fue corriendo y
destruyo la casa, aquel conejo salió
corriendo. El conejo muy indignado pero a la vez asustado recordó que había
preparado una trampa mucho antes de que Toni apareciera. Esta trampa consistía
en un hueco profundo cubierto con hojas y ramas para que este cayera más rápido
y no pudiera salir.
Dicho y hecho el conejo
salto por encima de la trampa y Toni el
perro cayo en ella; el conejo satisfecho de su acción le grito: ¡esto te pasa
por haber destruido mi casa!
Toni desesperado por no
poder salir de esta, decidió llamar al conejo y pedirle disculpas para que este
lo ayudara a salir de la trampa. Una vez Toni fuera de la trampa prometió nunca
más volver a destruir las cosas que no le pertenecían y a no corretear a los
demás animales.
MORALEJA: nunca hay que
hacerle el mal al prójimo porque nadie sabe cómo se la vayan hacer a uno
también. Esta fábula nos enseña también a que hay que respetar las cosas de los
demás ya que a nosotros tampoco nos gustaría que nos faltaran al respeto
dañándonos las cosas que con tanto esfuerzo hemos conseguido.